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Cesc Sin palabras

ASTIBERRI
01 / 2012
9788415685425
Castellano
KILI KILI
ESPAÑA
Biografías

Sinopsis

La sencillez de la condición humana


El humorista gráfico Cesc se dedicó, como sus contemporáneos Sempé y Steinberg -que él reconocía como grandes influencias-, a la anotación costumbrista. Como Sempé, miró con ternura a los niños y a la gente de la calle. En especial a la gente con oficios modestos como las floristas, los peones o incluso los mendigos. Por otro lado, más crítico y en línea con Steinberg, denunció los abusos del poder, la banalidad y la preocupación por las apariencias de los ricos, y la burocracia kafkiana.

Este volumen recopilatorio, en el que Jordi Duró ha desempeñado labores de antólogo y diseñador, reúne los dibujos sin palabras de Cesc. Dibujos que no necesitan una explicación y que muestran por tanto su cara más directa y cercana, la que él prefería. Reivindicando a este gran dibujante como alguien que retrató con ternura algo más allá incluso de su época y su país: la sencillez de la condición humana.

A pesar de los problemas que tuvo con la justicia (protagonizó dos juicios que fueron sobreseídos), con la censura y con las presiones políticas que llegaban a él a través de los editores y que provocaron que fuera "retirado" durante temporadas, mantuvo un público fiel que admiraba su capacidad poética de sintetizar ciertas ideas que no hubieran podido expresarse a través un lenguaje que no fuera el dibujo. Un dibujo amable que enmascaraba mensajes duramente críticos.

"Desde la parcela de la caricatura, Cesc cumplió el papel que en literatura cumplieron los Goytisolo, Celaya, Blas de Otero, García Hortelano. Rompía la imagen establecida de nuestra sociedad: una imagen de hogar medio con páter familias sentado en un sillón con orejeras, lector de ABC y frecuente radioescucha de Cabalgata fin de semana, de Bobby Deglané". Manuel Vázquez Montalbán

"Cesc fue uno de los pioneros contemporáneos del humor gráfico en prensa (...). Construyó un universo de dibujos de un realismo tierno y sencillo como sus personajes, pero cargado de fina ironía. Niños inocentes y preguntones, obreros perplejos por lo que veían y vivían, ricachones como malos de cuento y situaciones paradójicas de la vida cotidiana nutrían los dibujos que Cesc comenzó a publicar en prensa a principios de los 60, cuando era preciso decir muchas cosas, pero se podían decir muy pocas". Rafel Vallbona, El Mundo

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10,00